Ayudar a los estudiantes para que “aprendan a aprender” es crucial para que se conviertan en aprendices de por vida. Esta capacidad, según Ron Ritchhart (investigador asociado al Proyecto Zero de Harvard), se llama “pensamiento meta-estratégico” y es un tipo de pensamiento que permite al alumno ser mucho más independiente a la hora de aprender. “Si no tenemos esas estrategias, si no las conocemos, entonces estamos esperando que alguien más dirija nuestro pensamiento”, dijo el experto en la conferencia Learning and the Brain.

Para descubrir qué tan conscientes son los estudiantes de sus pensamientos en diferentes edades, Ritchhart ha estado trabajando con las escuelas para construir “culturas de pensamiento”. Su teoría es que, si los educadores pueden hacer que el pensamiento sea más visible, ayudando a los estudiantes a desarrollar rutinas alrededor de esta acción, entonces su pensamiento será mucho más profundo.

Ritchhart estudió a 400 estudiantes en una escuela centrada en cultivar una cultura del pensamiento y él pudo trazar el desarrollo de la metacognición de 4º a 11º grado. “Los estudiantes básicamente ganaron dos años y medio de lo que se esperaría solo de los maestros que intentan crear esa cultura de pensamiento”, dice Ritchhart. Aunque admite que el estudio no es definitivo, los resultados, para él, son una prueba del impacto que tiene los profesores que se enfocan en cultivar el pensamiento.

¿CUÁL ES EL OBJETIVO DE LA CULTURA DE PENSAMIENTO?

Según David Perkins (miembro fundador del proyecto Zero de Harvard) en su libro <<Un aula para Pensar>>, el objetivo de enseñar a pensar es el de preparar a los alumnos para que, en el futuro puedan resolver problemas con eficacia, tomar decisiones bien meditadas y disfrutar de toda una vida de aprendizaje.

¿QUÉ CONDICIONES FAVORECEN UNA CULTURA DE PENSAMIENTO EN EL AULA?

Tiempo: es necesario DEDICAR TIEMPO para que nuestros alumnos profundicen en los temas que están aprendiendo y que reflexionen sobre lo que han aprendido.

Entorno para pensar: Debemos DOTAR de espacios dónde los alumnos puedan pensar con libertad, donde puedan COMPARTIR sus reflexiones. La tecnología ha ampliado este entorno y ya no se restringe a un espacio físico; también podemos crear espacios virtuales.

Rutinas: PROPORCIONAR a los alumnos rutinas, esquemas, modelos que hagan visible el pensamiento individual y colectivo.

Interrelación: Fomentar que nuestros alumnos se relacionen; ello les permite CONOCER OTROS PUNTOS DE VISTA que siempre enriquecen  el proceso de pensamiento.

Oportunidades: Con hechos de la vida real de fondo, generar oportunidades de aprendizaje para que los alumnos puedan INTERIORIZAR Y REFLEXIONAR sobre el proceso de aprendizaje.

Modelos: Modelos que ayuden a los alumnos a CONOCERSE como pensadores; modelos vivos que se van ensamblando con las aportaciones y pensamientos de los demás.

Lenguaje: Es necesario tener la destreza de hacer un buen uso del lenguaje para poder DESCRIBIR Y TRANSMITIR cómo es el pensamiento, y reflexionar sobre él.

Expectativas: Que el profesor transmita al alumno cuál es el fin que se persigue en todo momento. El docente debe GUIAR Y EVALUAR todo el proceso de aprendizaje. De esta manera nuestros alumnos estarán motivados y entenderán por qué se hacen las cosas de una determinada manera.

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