Llevo mucho tiempo planteándome cómo conseguir que la publicación en Orizonte sea realmente útil. Siempre la dirigí como un punto de encuentro para conocer un poquito sobre educación, punto que no dejará de ser así pero hoy introduzco otra vertiente, las recomendaciones. Llevo poco tiempo trabajando en un cole, con un sueldo medianamente digno que me permitiese tener una buena biblioteca de cuentos, pero poco a poco, mes a mes, añado algunas nuevas historias y las clasifico por diferentes centros de interés.

Hoy comenzaré con un tema bastante difícil, el abuso infantil. Según el Ministerio del Interior de España, en su página web infanciaendatos.es, la evolución de la población menor de 18 años víctima de delitos con la libertad y la indemnidad sexual ha aumentado a pasos agigantados desde el 2012, situándose en 5382 víctimas en 2018, donde la tipificación de agresión sexual se lleva, solamente en el 2018, a casi 1000 víctimas y solo hablamos de aquellos que han decidido denunciar.

Nosotros como maestros, como padres, como sociedad tenemos la obligación de enseñar a los menos a defenderse de los abusos, pero ¿Cómo podemos hacerlo?

No os voy a mentir, por suerte no he tenido que vivir esa situación con ninguno de mis alumnos pero pensando, llegué a la conclusión de que no sabría cómo actuar. ¿Qué hacer? Por lo que me puse a investigar hasta que llegué a la página de Atención al Ciudadano de la Guardia Civil. En ella, podremos encontrar una gran cantidad de información de cómo actuar ante el abuso infantil. A continuación, os enseño algo de información muy útil que he encontrado.

¿Cómo darse cuenta de que un menor sufre abusos?

No existen signos indiscutibles que indiquen la presencia de abuso sexual en menores, y en todo caso deben ser valorados de por un especialista, por tanto, la presencia de uno o varios de ellos no indiquen necesariamente el abuso.

En general, los menores pueden presentar comportamientos que no corresponde a su edad ni a las costumbres de la casa, mostrando curiosidad en extremo o haciendo preguntas o comentarios sobre sexo no esperables a su edad (comportamiento seductor, evitación o rechazo de personas o lugares, resistencia a desnudarse o bañarse, cambios bruscos de conducta, etc.)

Las conductas y comportamientos externos, deben ser valorados por un especialista y deben tenerse en cuenta a la hora de apreciar un posible abuso de menores:

  • Cambios extremos de comportamiento, como: Pérdida del apetito, abundancia del llanto, pesadillas, miedo a la oscuridad.
  • Retrocesos en el comportamiento, como: empezar de nuevo a orinarse en la cama, chuparse el dedo
  • Expresión de algunos aspectos de las actividades sexuales mantenidas, mediante dibujos, fantasías o juegos. Rechazo con mucha energía de ir a la escuela. Sentimiento de miedo a una persona específica o a ser dejado en un lugar. Muestra de una agresividad poco común. Autolesiones o accidentes frecuentes, pudiendo incluso llegar a presentar conductas suicidas. Ropa interior rota, manchada o anormalmente sucia. Sangre en la vagina o el recto, dolor, picor o inflamación en los genitales. Padecimiento de alguna infección vaginal.

Estas reacciones dependerán también de la edad del menor y otros factores personales, por lo que hay que valorarlas con cautela, siendo su médico o pediatra la persona indicada para valorar de manera global estos aspectos, además de posibles indicios físicos que puedan presentar.

El autor de los abusos sexuales a menores puede ser cualquier persona con la que el menor mantenga una relación de desigualdad, ya sea en cuando a edad, la madurez o poder.

El abuso de menores comprende aquellos actos que realiza cualquier persona, sin violencia o intimidación y sin que haya consentimiento por parte de quien los sufre, que atenten contra su libertad sexual.

Se consideran abusos sexuales no consentidos, los que se ejecuten sobre:

  • Menores de dieciséis años.
  • Personas que se hallen privadas de sentido.
  • Personas de cuyo trastorno mental se abusare.
  • Personas sobre las que se ha obtenido el consentimiento sirviéndose de una situación de superioridad manifiesta por parte del autor que limite la libertad de la víctima.

La agresión sexual comprende aquellos actos que realiza cualquier persona, con violencia o intimidación (amenazas, coacciones, intimidaciones, chantajes, etc.), que atenten contra la libertad sexual de la persona que sufre la agresión.

La pedofilia consiste en la excitación y placer sexual de un adulto mediante su relación con menores. Las conductas pueden ser sin contacto físico directo (exhibicionismo o masturbación delante del menor), o conductas físicas directas (besos, caricias, masturbación del menor, etc.)

En la explotación sexual infantil, que forma parte del abuso sexual infantil, el autor persigue un beneficio económico. Abarca la prostitución y la pornografía infantil.

Existen diferentes modalidades de explotación sexual infantil:

  • Prostitución infantil, que consiste en inducir, favorecer o facilitar la prostitución de un menor de edad o incapaz.
  • Corrupción de menores, que consiste en utilizar a menores de edad o incapaces en espectáculos exhibicionistas o pornográficos, tanto públicos como privados o para elaborar cualquier clase de material pornográfico. Incluido la difusión, venta o exhibición de este tipo de material o su posesión con dichos fines.

¿Qué hacer para denunciar un abuso?

Los hechos de abuso sexual a menores no se deben silenciarse. Es muy importante denunciarlos desde un primer momento para poder dar protección a las víctimas.

La denuncia tendrá un tratamiento preferente, se admitirá siempre aunque los hechos se hayan cometido en demarcación territorial de otro Cuerpo policial.

Cualquier persona mayor de edad relacionada con el menor, preferentemente el representante legal, tutores o guardadores, podrá denunciar los hechos en las dependencias policiales o bien a través del número de teléfono 062 (de la Guardia Civil).

Es recomendable aportar todos los medios de prueba de que se dispongan (parte médico, nombre de testigos, prendas que portaba en el momento de los hechos o cualquier otro vestigio).

¿Cómo podemos trabajar el abuso infantil en el aula de infantil?

Al encontrar toda esta información, pensé cual podría ser la mejor manera de trabajar el abuso infantil en el aula. Un tema bastante difícil para trabajar en el aula por su carga emocional y por el desconocimiento de la acción en sí y como siempre, llegué a la deducción de que los cuentos son la solución.

A continuación, os recomiendo 3 libros que trabajan de manera inequívoca la protección del menor ante los abusos.

Comenzamos con el cuento Clara y su sombra. Escrito por Elisenda Pascual Marti y con unas preciosas ilustraciones a cargo de Mercè Serra Valls, de la Editorial Uranito.

Elisenda Pascual Martí es una psicóloga especializada en infancia y acompañamiento familiar. Aquí nos cuenta la historia de Clara, una niña que ha perdido su sonrisa y no entiende por qué. Siente que una sombra sigue, una sombra que cada vez se hace más grande. Clara sabe que algo le sucede, pero no logra encontrar las palabras para expresarlo.

A través de esta historia, sencilla y llena de matices simbólicos, busca ayudar a los adultos a explicarle a los más pequeños cómo prevenir el abuso sexual infantil.

Es un cuento que se puede trabajar a partir de los 3 años de edad y me decanté por él porque la autora ha creado un manual pedagógico que nos ayuda a trabajar el abuso a través del cuento.

Continuamos con ¡Mi cuerpo es mío! De la Asociación Alemana para la Educación, Prevención Sexual y planificación familiar, con ilustraciones de Dagmar Geisler. Este cuento posee el Premio del Libro Infantil y Juvenil concedido por la Asociación Alemana de Mujeres Médicos. Un cuento que se puede trabajar a partir de los 4 años.

En él se trata el tema de transgresión sexual, pretendiendo favorecer el diálogo y la reflexión sobre el tema. No hay ninguna descripción en el cuento sobre el abuso sexual, sin embargo, encontramos la descripción de situaciones cotidianas a través de las cuales, las niñas y niños pueden aprender a relacionarse con ellos mismos y con los demás. Los niños necesitan sentirse seguros respecto a su propio cuerpo, para estar en condiciones de percibir los contactos y acercamientos que les resulten desagradables y protegerse de ellos. Es importante que los niños tomen conciencia de sus emociones y de su cuerpo, que sepan lo que les gusta y lo que no. Debemos animarlos a expresar claramente sus emociones y sus deseos. Tienen que aprender a ponerse límites y a decir no, cada vez que se encuentran en una situación que les desagrada.

Por último, ¡Estela, grita muy fuerte! Del escritor Bel Olid y la ilustradora Martina Vanda. Una historia que podremos trabajar a partir de los 5 años.

Esta vez, a Estela le gustan muchas cosas. Cuando se baña en la bañera, le gusta jugar con el agua e imaginarse que es un delfín; le fascina la tortilla de patatas de su abuela y también le gusta figurarse que su pelo, oscuro y larguísimo, es un vestido mágico que la protege del mundo y la hace invendible.

Hasta hace poco también le gustaba jugar con su tío Anselmo, pero últimamente la lleva a la habitación y le hace cosas que a ella no le gustan nada.

Conchita, la maestra de Estela, le enseñó un truco maravilloso para cuando pase algo que no le gusto o alguien quiera hacerle daño: ¡Estela, grita muy fuerte!

 

Espero que a través de estos cuentos podáis trabajar el tema un poquito más en profundidad y dar las herramientas a vuestros alumnos e hijos para protegerse ante amenazas como el abuso infantil.

No me gustaría despedirme sin recordar la importancia de denunciar y, por favor, si conocéis más cuentos relacionados con este tema que os hayan ido bien, compartidlos a través de mis redes sociales.

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