DICIEMBRE2020

Cerramos este año tan “extraño” con un nuevo número de “Visibles y Reales”. En esta ocasión hablaremos de las mujeres que han conseguido un sillón en la Real Academia Española, como veremos un camino largo y no exento de dificultades. Filólogas, poetisas, historiadoras o bioquímicas. Sirva este artículo como homenaje a ellas y a su trabajo. Y quien sabe si como idea para un buen regalo en estas fechas.
La Real Academia Española, o RAE, es una institución fundada en 1713 bajo el reinado de Felipe V con el propósito de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. Con sede en Madrid desde su fundación, cuenta con sedes en todos los países Hispanohablantes. Originalmente se crearía con 24 “sillones”, cada uno de ellos correspondiente a cada letra del alfabeto latino de uso en el castellano. En la actualidad hay 46 sillones cada uno con una letra en mayúscula o minúscula. Desde su fundación han sido elegidos 485 personas para ocupar uno de los sillones. Del total, sólo 11 mujeres han sido, o son, parte de la RAE. Hoy hablaremos un poco de ellas, y de algunas otras que no consiguieron su ingreso.

La primera mujer que solicito entrar en la RAE fue la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1853. Aquello generó en un amplio debate sobre si las mujeres debían o no formar parte de la institución. Finalmente se votó que las mujeres no podían ser nombradas académicas de número, lo que significaba que no podrían ocupar un sillón. Aquella decisión hizo que se considerara a la RAE como una institución antifeminista. En 1912, Emilia Pardo Bazán, a pesar de contar con amplios apoyos de diversas instituciones, fue rechazada por lo votado en 1853. Concha Espina sería rechazada en dos ocasiones, en 1928 y 1930. A Blanca de lo Ríos y María Moliner sí se les acepto su solicitud, pero la RAE voto finalmente por no aceptarlas en favor de sus colegas masculinos, en 1928 y 1972 respectivamente. No sería hasta 1979, 265 años desde la fundación de RAE, que en ella se sentaría una mujer, la escritora y autora de “Canciones de nana y deshielo”, con el que ganó el Premio Nacional de Narrativa Infantil en 1987, Carmen Conde. Autora de una amplísima obra, por desgracia descatalogada en su mayor parte. Lucho junto a la Republica en la Guerra Civil y fue la fundadora de la Universidad Popular de Cartagena y en su tiempo, fue considerada como parte de la Generación del 27. Hoy tiene la etiqueta de escritora olvidada. Tampoco es muy recordada, Elena Quiroga, la segunda mujer que entró en la RAE en 1984. Perteneció a la generación de los 50 junto a Carmen Martin Gaite, Ana María Matute, pero de su obra, que abordaba la postura femenina en la Guerra Civil y años posteriores, apenas nos ha llegado nada más que alguna edición de novelas como “Viento del Norte”. La ya mencionada Ana María Matute, sería la tercera mujer en ocupar un sillón en la RAE en 1998. Destacar una sola de sus obras seria tarea casi imposible, pero nos vamos a quedar con la que a opinión de su autora, es su obra favorita, “Olvidado Rey Gudú”. Matute conseguiría el Premio Cervantes en 2010.

Con el cambio de milenio, la situación parece haber cambiado ligeramente, en las dos décadas de que han transcurrido desde entonces, hemos visto más nombramientos de mujeres en la RAE que en toda su historia. Una gesta por otro lado, fácil de superar, pues hasta entonces solo 3 mujeres lo habían conseguido. En el 2002 Carmen Iglesias una de la historiadoras más reputadas y galardonadas de nuestro país obtuvo un sillón en la Academia. Autora de más doscientas publicaciones, ha sido la primera mujer al frente de la Real Academia de la Historia, cargo que ocupa actualmente desde 1991. Especialista en historia del siglo XVIII, cabe destacar su obra “El pensamiento de Montesquieu: política y ciencia natural” escrito en 1984, con el que obtuvo en 1985 el Premio de la Academia Montesquieu de Burdeos en 1985. En 2003 entró por primera vez una bioquímica, Margarita Salas, que es una de las científicas españolas más reconocidas de todos los tiempos, con este nombramiento, la academia rendía homenaje a mujeres que hayan destacado en otros campos distintos a la literatura. Salas ha publicado más de 350 publicaciones en revistas o libros internacionales. Actualmente su sillón, con la letra “i”, al que ella asociaba a Investigación se encuentra vacante desde su fallecimiento en 2019.
Con la llegada de la segunda década del nuevo milenio, la incorporación de las mujeres a la RAE cogió fuerza, produciéndose 7 nombramientos en esta década. La primera llegaría en 2010 con la entrada de la escritora Soledad Puértolas, quien ya era considera una escritora de renombre gracias a obras como “Queda la noche”, Premio Planeta en 1989. A día de hoy sigue siendo una de las escritoras más relevantes, por no decir leída, de la narrativa contemporánea española. El año siguiente le tocaría el turno a la filóloga Inés Fernández-Ordoñez, discípula de la escuela de Menéndez Pidal, creador de la escuela filológica española. En 2013 le llegaría el turno a la escritora mallorquina Carme Riera, polifacética y laureada escritora en castellano y catalán. Al año siguiente la también filóloga Aurora Egido, sus investigaciones se centran en la literatura española del Siglo de Oro, especialmente en el ámbito de la literatura aragonesa. En el año 2016 entraría en la RAE un las voces más conocidas de la poesía contemporánea española, la poetisa y traductora Clara Janés. La última mujer en entrar a forma parte de la RAE hasta la fecha ha sido la lexicógrafa, disciplina aplicada al lenguaje para la elaboración y critica de los diccionarios, Paz Battaner.

Es importante señalar que todas las mujeres de las que hemos hablado ya habían alcanzado el reconocimiento de crítica y público con sus obras, o en el caso de Margarita Salas, el reconocimiento internacional en el campo de la Bioquímica. Por no mencionar a aquellas mujeres que solicitaron entrar y a las que se le rechazo. Hoy en día, grandes nombres de nuestras literatura. Sin embargo y como hemos visto, tuvieron que pasar nada menos que 265 años para que una mujer pudiera entrar en tan prestigiosa institución. Pero sería un error pensar que esta situación sólo se ha vivido en nuestro país, mujeres de todos los países y de todas las épocas han visto como su trabajo era olvidado, menospreciado y poco o nada reconocido en su tiempo. Por fortuna, esos errores parecen que poco a poco, se van enmendando, aunque no nos confiemos, falta un largo camino por recorrer aún.
Por poner unos ejemplos de otras autoras que tuvieron que buscar en el anonimato la forma de poder prosperar en esta profesión, podemos citar J.K Rowling, la hoy famosa escritora autora del fenómeno “Harry Potter”, tuvo que ocultar su nombre de pila bajo su inicial en sus primeros escritos. Luisa May Alcott, la autora de “Mujercitas”, firmaría muchos de sus trabajos con el seudónimo de A.M. Barnard, algo que también haría la autora de “Mary Poppins”, Pamela Lyndon Travers, quien firmaba como P.L Travers. Por citar otros ejemplos, las hermanas Brönte, cambiarían sus nombres por otros masculinos.
Virginia Wolf dijo en una ocasión, “Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer”. De los 113 Premios Nobel de literatura, sólo 15 han sido mujeres, aunque eso, es otra historia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.