Hola queridos viajeros. En una de mis numerosas rutas por Extremadura me tope con un pequeño pueblo llamado Granadilla. Bañado por el embalse de Gabriel y Galán es un lugar idóneo para viajar en el tiempo.

Precisamente el embalse de Gabriel y Galán fue su perdición. Con su construcción, el área de esta localidad cacereña fue declarada como zona inundable y a mediados del siglo XX tuvo que ser desalojada. Muy a su pesar sus vecinos abandonaron el lugar y a día de hoy todavía recuerdan que tuvieron que marcharse de sus casas.

A pesar de eso, se ha comprobado que aunque el embalse esté al 100% de su capacidad, el agua nunca llega al municipio, por lo que miles de personas perdieron sus casas y tuvieron que marchar a otros lugares sin tener que hacerlo.

En 1980 Granadilla fue declarada Conjunto Histórico – Artístico y cuatro años después se incluyó en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados.

Hay dos zonas bien diferencias de Granadilla. Una que está restaurada y otra que todavía mantiene las ruinas de los que antaño eran las casas de los habitantes de la localidad, y dan buena muestra de las condiciones en las que se vivía en el lugar.

Una de las cosas que no os podeis perder en este viaje es pasear por su muralla. Da la vuelta a toda la población y es la mejor forma de ver, con una visión de conjunto, el lugar.

El Castillo de Granadilla se levanta imponente dentro de las murallas. Parece sacado de contexto pues todo lo demás son casas bajas, excepto algún palacete, que parece indicar la importancia del lugar de paso que suponía la localidad para la defensa entre los cristianos y los árabes.

Por supuesto se puede entrar y disfrutar del castillo. Subiendo las escaleras se puede subir al punto más alto de este y disfrutar no solo de una gran vista del municipio, sino del embalse de Gabriel y Galán y sus alrededores que no os dejará indiferente y desde donde os sacareis buenas fotos.

Otro de los atractivos de Granadilla es la casa de las Conchas. Fue la casa más grande de la villa hasta el desalojo y coge su nombre de que la fachada está llena de conchas.

Antes decía que había una parte restaurada y otra que no. La parte restaurada es una hilera de casas pintadas con colores vivos en donde los jóvenes extremeños pasan sus veranos realizando diversas actividades como son pintar, limpiar, restaurar muebles o suelos de madera, etc.

Si decides realizar la visita a Granadilla en verano podrás ver a muchos adolescentes por sus calles realizando distintos quehaceres. Una bonita estampa en un pueblo que te sorprenderá seguro.

Las zonas que están todavía sin restaurar están delimitadas por vayas. Nadie te impide caminar por ellas, lo único que tienes que hacer es levantarla y pasar. Lo único que te piden es que las vuelvas a cerrar porque por esos lugares hay animales sueltos.

No os asustéis, se trata de animales de granja como cerdos, ovejas y caballos. La verdad que es un lugar idóneo para mezclarte con la naturaleza y disfrutar de una vida que poco a poco se está perdiendo por la concentración en las ciudades.

Precisamente en una de las zonas que aún no están restauradas se encuentra la iglesia de la localidad. La Parroquia de la Asunción, construida en el siglo XV es uno de los atractivos de esta villa.

Pero no os centreis en lugares del municipio. Disfrutad caminando por sus calles donde veréis botas catiuscas utilizadas como floreros, colores vivos en las fachadas de las casas y arte en palets.

Un pueblo que parece maldito pero que poco a poco, gracias al trabajo de los jóvenes extremeños que pasan allí su tiempo en verano, está lleno de vida y no caerá nunca en el olvido.

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