Conforme vamos creciendo pasamos por experiencias que nos alejan de la inocencia y de los sueños que teníamos cuando éramos niños, es un poco triste pero es lo que nos pasa a la mayoría.
Cambia nuestra forma de pensar y con la madurez que vamos adquiriendo con el paso del tiempo somos mas realistas y dejamos de hacer ciertas cosas porque “ya somos mayores”…
Luego nos convertimos en padres y vemos en nuestros hijos la inocencia que perdimos y en cierto modo volvemos a recuperar ese niño que llevábamos dentro y hacemos cosas con ellos que nunca imaginaríamos que volviéramos a hacer, gracias a mi hija he soñado con ser princesa, con unicornios rosas y vivir en el mundo de nunca jamás. Ser madre no es solo enseñar, es dejarte contagiar y aprender de ellos, despiertan en nosotros el lado divertido y positivo de la vida y deseo que no se vaya nunca, aunque se que inevitablemente desaparecerá conforme se vaya haciendo mayor…
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