Kinshasa es la capital la República Democrática del Congo (RDC), una ciudad ubicada en la parte central de África y que cuenta con una población aproximada de 15 millones de habitantes. Está dividida en cuatro distritos y veinticuatro comunas, siendo el centro económico y administrativo del país. Es una ciudad que presenta grandes contrastes, con algunas áreas residenciales, barrios humildes y un gran número de suburbios y asentamientos de chabolas. Kinshasa está situada al oeste del país, en la orilla izquierda del río Congo. Ha sido un gran foco de atracción de muchas personas que llegan huyendo de la pobreza extrema de otros lugares del país.
RDC es uno de los países más ricos en cuanto a recursos naturales se refiere: cobalto, cobre, oro, zinc, carbón, petróleo, diamantes, son algunos de ellos. Además posee el 80% de las reservas mundiales de coltán, roca de la que se extrae el tantalio, materia prima muy importante hoy en día para la industria tecnológica.
Sin embargo, ninguno de estos recursos son fuente de riqueza para el país. Las explotaciones ilegales de estas minas, especialmente las de coltán, generan en la actualidad múltiples conflictos que convierten a RDC en uno de los países más pobres del mundo. La mayoría de sus habitantes están sometidos a una crisis humanitaria.
La Fundación El Pájaro azul es una ONG asturiana que nace en 2009 para ofrecer oportunidades a los que no las tienen. Abre caminos a la esperanza y tiende puentes desde Oviedo hacia el continente africano, estando muy presente en la RDC. Su sede está en Kinshasa. Trabaja sobre todo con los niños de la calle, con mujeres en situación de exclusión, enfermos mentales y crea proyectos educativos en zonas del interior.
Inmaculada González Carbajal García, natural de Avilés (Asturias), es fundadora y presidenta de El pájaro Azul. Doctorada en Medicina y licenciada en Historia, ha publicado varios libros. La conocí a través de una amiga común de Oviedo, que me informó de su visita a Valencia para presentar uno de sus libros, Al final… todos calvos (Trabe). Tras asistir a la presentación y conocerla en persona, hemos continuado manteniendo contacto.
Hace poco tiempo tuvimos la oportunidad de reencontrarnos. Fue tras publicar otro libro, El mundo a través de una mosquitera (Trabe), una obra en la que nos muestra la complicada y violenta zona este de el Congo, y en la que ser mujer no resulta nada fácil. Una asociación local de Puerto de Sagunto, Morvedre Acull, la invitó a impartir en esta localidad una conferencia cuyo título fue: El Congo, su futuro tiene nombre de mujer. Ahí fue donde le comenté mi colaboración en Orizonte Magazine y le expresé mi deseo de escribir un artículo sobre la situación en la RDC, concretamente en Kinshasa… y por supuesto para la mostrar la labor de El Pájaro Azul.
¿Cómo nace El Pájaro Azul y el por qué de este nombre?
La Fundación El Pájaro Azul nace de la toma de conciencia de que vivimos en un mundo injusto, con un desigual reparto de las riquezas y las oportunidades condicionado, muchas veces, por el lugar en el que naces, algo que no deriva de ningún mérito propio. Las personas que formamos parte del patronato estamos comprometidas con compartir parte de nuestra vida, nuestros recursos y nuestros conocimientos, con personas que, por haber nacido en otros lugares, no tienen acceso a unos mínimos que les permitan llevar una vida digna.
El nombre: Pájaro Azul, lo elegimos por ser un símbolo de la búsqueda de la felicidad, pero una felicidad que sólo podemos alcanzar tomando conciencia de quienes somos y compartiendo lo que tenemos.
¿Cuál es la situación actual de Kinshasa?
Kinshasa es una gran ciudad de unos 15 millones de habitantes. Las cifras oscilan según diversas fuentes, porque es muy difícil saber con exactitud sus habitantes ya que, no todos están censados. Es una ciudad dura, con una gran cantidad de población que vive en condiciones de pobreza extrema y una incipiente clase media, que ha ido aumentando en los últimos años. Moverse en esta ciudad tan grande es una odisea a la que tienen que enfrentarse cada día sus habitantes, las distancias son muy grandes, el tráfico endiablado y sus calles, salvo unas pocas avenidas, están llenas de agujeros o directamente son de arena. Puedes tardar cuatro horas para un recorrido que, en otras condiciones más normales serían 40 ó 50 minutos.
Y concretamente, ¿cómo afecta a la mujer?, pues además de la miseria, soporta un complejo sistema social arraigado en creencias y costumbres, que la llevan a una situación de exclusión.
La mujer, en el Congo, sufre las consecuencias de una estructura social profundamente machista. Aunque las leyes dicen otras cosas, la realidad es muy diferente. La costumbre impone unas normas sobre ella que marcan sus posibilidades de desarrollo personal, pero, cada día hay más jóvenes que estudian y se forman y toman las riendas de su vida de otro modo. La herramienta fundamental para el cambio es la formación de las mujeres y ellas son el motor esencial de la vida en África.
¿Cómo se podría revertir la situación en Kinshasa o cuál sería el camino a recorrer para que sus habitantes pudiesen tener una vida digna, lejos de la miseria y pobreza actual que los rodea?
La respuesta no es fácil porque implica muchos factores, desde los intereses internacionales en los recursos de estos países, que no facilitan su desarrollo, hasta los líderes políticos que han soportado, más interesados en su enriquecimiento personal que en el bien de sus compatriotas. Lo que me parece una vergüenza para el mundo civilizado y, supuestamente desarrollado, es que consintamos que haya lugares, como el Congo, con recursos naturales que les permitirían vivir con otro grado de bienestar y que no pueden hacerlo. Este país, que tiene el segundo río más caudaloso del mundo, no tiene agua ni luz de manera habitual en su capital. Puedes vivir en un barrio medianamente céntrico y no disponer de electricidad y sin ella, es imposible un verdadero desarrollo. Deberíamos tomar conciencia de que, en este mundo global, en el que todo está profundamente interrelacionado, somos corresponsables de lo que ocurre en países, que siendo naturalmente muy ricos, sufren grados extremos de pobreza, muchas veces derivada de la explotación injusta y desmesurada de sus recursos. Y en este sentido, el Congo es un referente, país inmensamente rico en materias primas de las que todos nos beneficiamos y, sin embargo, tremendamente empobrecido.
A través de donaciones, voluntariado… podemos ayudar a las personas que se encuentran en situación pobreza en la República Democrática del Congo, pero, como habitantes del primer mundo, ¿habría alguna otra forma de ayudar a estas personas a revertir su situación?
Considero muy importante conocer la situación del país, comprender cómo y por qué se producen en él determinadas situaciones de violencia y de miseria. Creo que es fundamental tener más información sobre lo que realmente ocurre, porque sólo así, podemos trabajar por un mundo más justo. Es importante luchar para que nuestros gobiernos refuercen la cooperación con estos países, invertir en educación y reclamar una mayor justicia en la explotación de sus recursos. No olvidemos que nuestra vida de bienestar se sustenta, precisamente, en las materias primas que salen de las entrañas de estas tierras: coltán, diamantes, oro, cobre, cobalto, etc. El Congo es un escándalo geológico, de ahí vienen sus problemas.
Uno de los proyectos activos de El Pájaro Azul es la creación de un Espacio Agrícola para mejorar las condiciones de alimentación, formación y ocio de los niños acogidos de la calle por el centro Bana Ya Poveda. Desde SinHorizonte nos gustaría mostrar la evolución de este proyecto, por lo que voy a proponerte que realices un reportaje fotográfico para publicarlo más adelante, ¿te parece bien? Y además nos gustaría colaborar con una donación ¿Dónde podríamos hacerla?
El espacio agrícola del centro Bana Ya Poveda son 20 hectáreas situadas a unos 70 kms del centro. De momento se están cultivando 7, pero se sacan alimentos para el centro y para vender. Este año han plantado maíz, patata dulce, alubias, mandioca, cacahuetes, etc. El objetivo es cultivar este año tres hectáreas más, construir una casa para los educadores y las personas que trabajan en el campo y, también, para que los niños pasen allí sus vacaciones de verano. Además, en el “petit village” que hay cerca de la parcela, queremos crear una pequeña escuela para los niños y un puesto de salud para hacer atención sanitaria de las personas que lo necesiten. Hemos pedido a un ayuntamiento de Asturias la financiación para la casa y a otro para un camión, nos falta conseguir los fondos para poder trabajar la tierra con un tractor, de momento se trabaja manualmente y eso condiciona mucho las posibilidades de poder trabajar toda la extensión del terreno.
Los donativos se pueden enviar a la cuenta de la Fundación que figura en la página web señalando que se quiere hacer para el proyecto agrícola.
Por supuesto, no hay inconveniente en mostrar con fotografías, la evolución del proyecto.
Muchas gracias Inma. Ha sido un placer hablar contigo y poder mostrar toda la labor que El Pájaro Azul realiza. No me queda más que despedir este artículo con el deseo de que tod@s tomemos conciencia y contribuyamos en la medida que nos sea posible a mejorar el sistema.
Fotografías cedidas por Inmaculada González Carbajal.